'El Chori', el 'canciller del crimen' que traficaba droga en muñecos de peluche
El Chori era uno de los criminales más buscados de las Ciudad de México, por el que incluso llegaron a ofrecer hasta 50 mil pesos a quien diera información sobre su captura.
Hay criminales a los que se les califica, erróneamente, como “capos” cuando son detenidos. O se les llama “jefes de plaza” para elevar su perfil en redes sociales.
De falsos “generadores de violencia” y “operadores financieros” están llenos los boletines de prensa, pero en el caso de Eduardo Ramírez Tiburcio, El Chori, todos los adjetivos están justificados: su detención durante el lunes 18 de marzo sí es la de un peso pesado del crimen organizado en la Ciudad de México.
Desde 2019, la policía de la Ciudad de México lo perseguía afanosamente. En aquel año, un policía federal de 37 años llamado Omar García Harfuch presentó a la entonces jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum un plan de trabajo que prometía acabar con La Unión Tepito antes del fin de 2024, usando los datos que acumuló durante su paso por la Agencia de Investigación Criminal, si lo elegía como secretario de Seguridad Ciudadana.
Al centro de esa promesa estaban los objetivos prioritarios que serían detenidos en los próximos cinco años. Una breve lista de los delincuentes que en 2018 llevaron a la capital mexicana a un pico histórico de homicidios dolosos y la más alta percepción de inseguridad en la historia. Y entre ellos estaba el nombre, alias y fotos de El Chori, así como sus cuatro ingresos a reclusorios capitalinos.
El Chori no era cualquier integrante de La Unión Tepito . Además de ser un miembro fundador, operaba como el jefe máximo y canciller del cártel chilango que lograba que kilos de cocaína volaran desde Colombia y llegaran por tierra hasta el primer cuadro del Centro Histórico capitalino, así como mercancía apócrifa que recibía desde Centroamérica.
En los hechos, era una especie de ministro de Relaciones Exteriores del crimen organizado chilango, encargado también de los vínculos con mafiosos peruanos, bolivianos y ecuatorianos, según una fuente consultada por MILENIO que participó en la elaboración de aquel informe de García Harfuch.
Por ejemplo, la policía capitalina sabía que El Chori tenía contactos en Medellín y Envigado, Colombia, quienes le enviaban cocaína dentro de figuras de peluche que atravesaban sin problemas los detectores de droga del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México para venderse después en calles cercanas a Palacio Nacional –como República de Bolivia–, donde sus socios los recogían con claves.
“Llegaba alguien a un local que controlaba La Unión Tepito y pedía un peluche especial. Entonces le mostraban un Mickey Mouse, un Elmo, un Pokemón, lo que sea, y esa persona pagaba 50 o 60 mil pesos en efectivo por el juguete, porque ya sabía que iba cargado de cocaína. Así ‘El Chori’ logró que su grupo delictivo ganara millones de dólares en los últimos años. Y se empoderó como ninguno”.